domingo, 26 de octubre de 2008

Ética de la Información: su naturaleza y alcance. Floridi



"El mundo futuro supondrá más bien un esfuerzo cada vez más exigente contra los límites de nuestra inteligencia, y no una cómoda hamaca en la que tumbarnos mientras cuidan de nosotros nuestros esclavos robóticos»
Wiener (1964), p. 69.



Hoy en día, el concepto de ética de la información abarca todas las preguntas éticas relacionadas con la digitalización, es decir con la reconstrucción de todos los fenómenos posibles no restringidos estos al actuar humano y concebidos en el código 0 y 1 como información digital, así como también con respecto a los problemas éticos relacionados por el intercambio, la combinación y el uso de dicha información incluyendo su comunicación a través del medio digital.

En el presente artículo de Floridi se defiende una Ética de la Información que sostiene que:

- el comportamiento (relativo al agente)
- y el estatus (relativo al paciente)
- de los objetos informacionales
- qua objetos informacionales

pueden tener un significado moral que vaya más allá de la función instrumental que les atribuyen otras perspectivas éticas y que, por lo tanto, mantiene que pueden contribuir a determinar de manera normativa los deberes éticos y los derechos legalmente exigibles.

Podemos definir por lo tanto la Ética de la Información como el estudio de las cuestiones morales suscitadas por estos tres conceptos: disponibilidad, accesibilidad y precisión de los recursos informacionales, sin importar su formato, clase o soporte físico.

En primer lugar vamos a valorar la función que desempeña la información como recurso en las valoraciones y acciones morales. Las evaluaciones y acciones morales tienen una componente epistémica, ya que se supone que una persona tratará de conseguir toda la información que sea capaz de reunir para obtener una conclusión sobre lo que debe hacerse, dadas las circunstancias.

Ya Sócrates decía: “que el comportamiento moralmente incorrecto se debe a una información deficiente”, pero estar informado no es en todos los casos una bendición y puede que sea incluso moralmente incorrecto o peligroso".

En segundo lugar y relacionado con el anterior, en que la información desempeña una función moral es su papel como producto de las valoraciones y acciones de una persona, no es sólo consumidora sino también productora de información y puede por ello estar sujeta a limitaciones y, a la vez, tener la posibilidad de beneficiarse de sus oportunidades. La Ética de la Información-como-producto se ocuparía de las cuestiones morales que suscitan temas como, por ejemplo, la imputabilidad, la responsabilidad, la legislación sobre la calumnia, el testimonio, el plagio, la publicidad, la propaganda, la desinformación y, en un sentido general, las reglas pragmáticas de la comunicación.

Por último la Ética de la Información como objetivo: que es lo que normalmente conocemos por hacking , cuando una persona utiliza una información si autorización y violando la privacidad de la información, aunque la utilice para hacer el bien, entra en el terreno del vandalismo .

En conclusión y retomando las ideas del principio del comentario al texto de a Etica de la Información, la postura de la EI, como la de cualquier otra macroética, no está exenta de problemas, pero esta teoría puede interactuar con otras teorías macroéticas y contribuir a elaborar una interesante y novedosa perspectiva, tal y como recoge el artículo de Floridi:

“un proceso o acción serán moralmente buenos o malos en función de cómo afecten a la infosfera, independientemente de sus consecuencias, motivos, universalidad o carácter virtuoso. Una ética ontocéntrica nos proporciona una perspectiva de gran alcance. Sin la contribución de la EI, nuestra comprensión de los hechos morales en general, y no sólo de los problemas particulares relacionados con las TIC, quedaría incompleta.”

En suma debemos concluir que las máquinas no son malas por si mismas sino el uso que hacemos de ellas las personas, sin tener en cuenta esos principios éticos y morales que deben guiar nuestros actos.

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