domingo, 2 de noviembre de 2008

Publicidad.Lectura de Ramos

¿Qué es la autorregulación?

La publicidad sin freno ni mesura en una Sociedad dominada por los medios de comunicación que necesitan a su vez de esa publicidad para su propia supervivencia puede llevar y de hecho en algún caso así ha sucedido, a un abuso, a una influencia desmedida sobre personas con mayor o menor cultura.

De ahí que empresas, anunciantes y medios hayan decidido ponerse unas reglas y delimitar el ámbito de lo que es correcto y lo que no, así ha surgido el Jurado de Ética Publicitaria. Esta autorregulación, en el fondo, a todos interesa, tanto a los que emiten publicidad como a los que la reciben.

Lo que sería interesante sería preguntarse el por qué de esta autorregulación. Pensamos que los anunciantes, los miembros de la Asociación de Autocontrol de la Publicidad, en el fondo se están curando en salud. Mejor poner nuestras propias normas y no esperar a que nos las impongan. La Sociedad ha madurado muchos durante los últimos años y busca formas de autoprotección. Los consumidores tienen sus propias asociaciones. En el fondo buscamos un entendimiento cordial.

No es lo mismo una publicidad informativa que una publicidad persuasiva. La primera es necesaria para el mercado: te da a conocer los nuevos productos, sus características. El producto ahí está. Tú como consumidor decides si te interesa o no. La persuasiva es peligrosa, mucho más para personas de poca formación o de poca edad. Ellos son los que necesitan la protección y si esa protección les viene dada por la autorregulación mucho mejor.

No vamos a entrar mucho en la publicidad falsa o engañosa. Simplemente tiene que desaparecer. Ahí el Estado debe marcar sus normas y estar vigilante. La Ley de Defensa de los Consumidores tiene una nueva doctrina y puede exigir el cumplimiento de las promesas publicitarias.

También debemos considerar La Libertad de Expresión en su relación con la publicidad. Aunque para nosotras este tema también está claro. La clave es el equilibrio entre las diferentes libertades, cómo respetar las libertades de unos y de otros. Si el publicista tiene libertad de expresión, también la tiene el consumidor para expresarse y reclamar. Está claro que lo mejor es la autorregulación, saber hasta donde puedo llegar y no pasar.

En el mundo de la publicidad no podemos pasar por alto la competencia desleal entre los propios anunciantes. ¿Cómo controlarla? En un mundo en clave capitalista y libre el dinero también marcas sus normas. Quien lo tiene lo puede emplear, lo emplea porque espera resarcirse y sacarle un rendimiento. Decimos que el buen producto se vende por sí mismo, pero si no lo conoces... Ahí está el ingenio de las personas: cómo llego a la masa con pocos medios. No es fácil, no.

Hoy en día, menos mal, nadie duda en proteger a la Infancia del abuso publicitario. Ahora bien, nos preguntamos ¿lo hacemos? La autorregulación también les debe llegar a ellos. Pero no seamos muy ingenuos: Navidad, Papá Noel, Los Reyes están a la vuelta de la manzana.

Y para terminar, qué decir de la publicidad sexista. Se ha usado la figura e imagen de la mujer y se sigue usando. Sí, también aquí ha llegado la autorregulación, tarde, sin duda, pero pensemos que hay costumbres difíciles de erradicar.

Demos nuestro voto de confianza al Jurado de Autorregulación, que sus miembros controlen, paren abusos, frenen lo que tengan que frenar y que la Publicidad nos llegue limpia, clara, atractiva, instructiva y útil. No sabemos si es mucho pedir.

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